La historia de la aeronáutica parte de los sueños mitológicos, pero la realiza más cercana, después de los globos aerostáticos, es la historia de los Zeppelin, el monstruo que surcaba los cielos de alemana e inglesa y que participó en las contiendas de las I Guerra Mundial, pionero en diseño aeronáutico.
Desde que en 1900 el Conde de Zeppelin hizo volar con éxito su primer dirigible, Alemania desarrolló una gran industria entorno a estos objetos voladores que sólo se vio truncada por los dos acontecimientos más devastadores del siglo: las dos Guerras Mundiales. Tras la segunda contienda, Alemania los desterró al olvido y casi cincuenta años después ha vuelto a construirlos, no sólo para el disfrute sino también con fines comerciales.
La primera aeronave rígida dirigible fue construida en los talleres de Menzell, próximo a Friedrichshafen, en 1900. Se trataba de un globo de aspecto fusiforme, rígido y con capacidad de ser dirigido, que poseía una barquilla cerrada sujeta a su parte inferior para el transporte de personal o carga. La nave constaba de 16 compartimentos de aluminio, los cuales albergaban unas bolsas llenas de hidrógeno encargadas de proporcionar la sustentación en el aire.
El origen de introducir el Zeppelin como sustituto del globo aerostático, fue debido a la dificultad que tenía este ultimo para poder manejarlo. El globo es una aeronave aerostática no propulsada que se sirve del principio de los fluidos de Arquímedes para volar, entendiendo el aire como un fluido y sin tener posibilidad alguna de controlarlo, de ahí que su dirección estuviese guiada a expensas del viento. Esta fue la causa o la razón por la que tenía que inventarse otra forma de navegación aérea.
El 2 de julio de 1900 un gigantesco dirigible de 128 m de largo se elevaba en el aire. El Zeppelín LZ1 de casco rígido y lleno de hidrógeno, salió de una inmensa balsa de montaje construida en pleno lago Constanza. Se quedó flotando a unos 300 m de altura. Desde abajo se veía un gran balón con una pequeña góndola en el centro. Aterrizó en el agua 18 minutos más tarde sin problemas. El numeroso público quedó boquiabierto. El Conde de Zeppelin tenía lágrimas en sus ojos.
Desde que el Conde de Zeppelin fue expulsado del cuerpo militar en 1890, a sus 52 años comenzó a ocuparse intensamente de la construcción de dirigibles rígidos, lo que le valió ser declarado como «la triste figura de Jules Verne», un visionario.
El comienzo fue complicado, el dinero escaso y los problemas múltiples. El éxito del LZ1 demostró que el camino de la estructura rígida de aluminio con células individuales llenas de hidrógeno era correcto, pero aún faltaba mucho por perfeccionar. El LZ2 alcanzó finalmente los 40 km/h pero resultó difícil de manejar mientras que el LZ3 realizó 45 viajes con toda seguridad y consiguió convencer a las autoridades. De esta manera se incorporó al Conde al ejército del aire, donde estuvo trabajando hasta 1913.
También el LZ4 realizó importantes trayectos a partir de 1908, algunos de ellos con el Rey Guillermo II de Württemberg y su esposa a bordo. Tal ilustre pasajero ayudó a que estos viajes salieran en todos los medios de comunicación, convirtiéndose en una gran atracción. Finalmente, en un viaje de muestra de vuelo ininterrumpido de 24 horas, falló uno de sus motores y en el aterrizaje una ráfaga de viento golpeó el dirigible contra un árbol.
Envuelto en llamas, el LZ4 fue reducido a cenizas en pocos minutos. Todo hacía pensar que ya no se iba a construir más dirigibles. Lo que pasó en estos momentos pareció ser un milagro.
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