Es un hecho consumado que las baterías de nuestros móviles a duras penas alcanzan las 24 horas de capacidad con un uso habitual del dispositivo. Ahora bien, ¿quién no se ha imaginado alguna vez entrar en casa o en algún local público y qué el teléfono comience a cargarse inalámbricamente a modo de wifi? O ir más allá. Que cagar el portátil fuese o el smartphone al irse a dormir fuese un vago recuerdo. ¿Ciencia ficción o realidad? Recordemos que diez de las predicciones de Julio Verne se hicieron realidad cuando en su tiempo se las tomaban por fantasías. Lo cierto es que a fecha de hoy la tecnología de la electricidad inalámbrica está cada vez más cerca de ser una realidad.
Ahora echemos una mirada a la evolución de la electricidad sin cables, desde las actuales promesas rotas hasta los proyectos más prometedores. Aunque, antes de nada, regresemos al inicio del siglo XX.
Y dijo Nikola Tesla, ¡hágase la electricidad!
La torre Wardenclyffe, también conocida como torre Telsa fue el inicio de los proyectos científicos relacionados con la electricidad inalámbrica. Con sus 30 metros, estuvo en funcionamiento operacional desde 1901 a 1917 en las proximidades a New York, aunque nunca fue terminada. El concepto era experimenta con la telefonía comercial transatlántica, la comunicación de radio y transmitir electricidad inalámbricamente. En esta última categoría no hubo avances relevantes, porque la idea final era utilizar la Tierra en su conjunto como un transmisor de energía. Finalmente durante la Primera Guerra Mundial, causaron varios incendios en la torre y acabó siendo desmontada.
Era un sistema muy espectacular cuya ambición era suministrar energía a todo el planeta en su conjunto, no de forma local como ocurre actualmente. Hace poco se intentó revivir el proyecto a través de una plataforma de crowdfunding pero acabó siendo un fracaso.
Los planteamientos actuales
El paisaje actual no es demasiado adulador. Lo que nos encontramos en el mercado son sistema de inducción, de forma que el dispositivo necesita estar en contacto con otro dispositivo para cargar la batería. Una tecnología novedosa pero que no aporta mayor comodidad, ya que acabamos dependiendo sustituyendo una al cable por una superficie.
La última novedad del estándar Qi permite la recarga por resonancia a una distancia de hasta 4,5 centímetros, aun con elementos de por medio. La idea final es concebir un cargador-mesa, en la que podamos colocar nuestra tablet, portátil o smartphone sin necesidad de cables que lo enchufen a la pared. Está claro que sería un gran avance, pero no es lo que muchos imaginamos.
Las novedades tecnológicas
Si bien Nokia es el único fabricante que sigue desarrollando las alfombrillas de carga inductiva, no hay ninguna multinacional relevante más interesada. No obstante pequeñas empresas sí siguen esforzándose en este campo. Es arriesgo porque requiere mucha inversión en investigación, pero destacan tres iniciativas muy prometedoras:
WiTricity, un cargador por resonancia magnética
Nacido en 2006 de la start-up con quien comparte nombre, el sistema se basa en la la transmisión entre dos emisores de resonancia, que son capaces de intercambiar una gran cantidad de energía que levemente interactúa con los objetos y seres vivos que encuentra en su recorrido.
En 2007 se presentó el prototipo bajo el liderazgo del físico Marin Soljačić, que demostró que sus ideas eran correctas. Aun con su éxito, y con prototipos en venta, no parece que vayamos a verlo pronto en el mercado de forma directa. De momento se limitan a ofrecer sus patentes a otros fabricantes, de dispositivos con capacidad limitada como son las mesas-cargadores, con el estándar Rezence.
Aun con todo, su tecnología, pese a aprovecharse en principio en distancias cortas, es capaz de transmitir a cierta distancia la energía suficiente como para encender un televisor.
uBeam, electricidad inalámbrica mediante ultrasonidos
La segunda propuesta relevante en la que se ha estado trabajando durante años en uBeam. Opuesto a sus rivales, se cimienta en la transmisión de energía por medio de ultrasonidos. El pasado verano la empresa señaló que ya tenía un prototipo final con el que realizar pruebas. El problema radica en que esta clase de ondas son incapaces de atravesar paredes, pero sí enormes distancias a través del aire. La compañía procura lanzar al mercado dos productos. El primero dirigido al mercado doméstico, para habitaciones, y el segundo para el ámbito empresarial, para grandes superficies. Todo ello en los próximos dos años, es decir, que podremos valorarlo a partir de 2017.
La idea, es básicamente es que uBea llegue a todas partes y que los móviles, tablets o portátiles que utilicemos tengan baterías más reducidas, ya que así podrían estar cargándose la mayoría del tiempo. De momento, uBeam no cuenta con demasiada ayuda para desarrollar con éxito su proyecto, pero el concepto parece robusto.
WattUp, electrificad a través del Wifi
WattUp funciona a través de ondas entre los entre los 5,7 GHz y los 5,8 GHz, los cuales transforma en energía. Para entender claro el concepto, se trata de un “router especial” capaz de enviar su señal a los dispositivos compatibles, ofreciendo de 1 a 4 watios dependiendo de la distancia (el máximo alcance son de 4,5 metros) y del número de dispositivos que quisiéramos cargar (máximo 12). Es una novedad que se dio a conocer en el CES 2015.
El mayor inconveniente es lo aparatoso del router, aunque como todo en la tecnología esperamos una versión “slim” del mismo. De momento WattUp sólo trabaja con socios de bajo perfil como Foxconn o Haier. Sí la compañía busca implantar masivamente su tecnología, deberá convencer a los grandes fabricantes del mercado como Samsung o Apple que tienen en sus manos el poder necesario para hacer del proyecto una realidad.
Un futuro, ¿incierto?
Los avances en este campo todavía son sutiles, y no hay de momento una tecnología a la altura de las necesidades de los usuarios. Es evidente que con el paso del tiempo estas tecnologías mejorarán, aunque el secretismo en cuanto a detalles de su funcionamiento hacen ignorar si las actuales limitaciones serán capaces de superarse a corto plazo.
Además, lo más importante, es que se acabe imponiendo una única tecnología,un estándar para instalar los emisores todo los lugares públicos y los fabricantes integren receptores con total compatibilidad en sus gadchets.
Pero el mayor problema me parece el rechazo social que estos estándares pueden llegar a provocar. Habiendo personas que critican tecnologías como el Wi-Fi o los teléfonos móviles, creo que se generaría una preocupación importante respecto a la electricidad inalámbrica. Dado que no tenemos datos concretos de varias tecnologías, tampoco se puede valorar debidamente su peligrosidad. En cualquier caso, sólo el paso de las décadas y los estudios sobre muchos individuos nos podrán confirmar la total seguridad del witricity.
Aun dicho lo anterior, y con la necesidad de liberarse de los cargadores, es una realidad a corto o largo plazo que se acabará implantado alguno de estos sistemas. Como bien dijo Julio Verme “todo lo que una persona pueda imaginar, otros podrán hacerlo realidad”.
¿Y tú que opinas? ¿Te gustaría formar parte del equipo que llevará a cabo la próxima revolución inalámbrica? Desde Ixtitute te ofrecemos la oportunidad.